sábado, 6 de abril de 2013

Cap. 1 Valentina: Ama la experiencia, el saber y la evidencia.

No todos saben cómo comenzar a redactar una autobiografía y no sé si sea muy adecuado partir enumerando mis datos personales. Yo la verdad siento que tengo muchas cosas que contar, pero a la vez poco interesantes, por ende intentaré recordar las cosas que son reales y escribirlas aquí. Muchas veces mi mente me traiciona recordando cosas que nunca fueron, pero juraría que ocurrieron en realidad.

Ok comencemos, me siento orgullosa de ser del norte de Chile, a pesar de que muchos digan que es seco y feo, ya que tengo la suerte de pertenecer a la región que tiene el fenómeno más bonito que muchos pagarían por ver: El Desierto Florido. Fui cuando era pequeña, o al menos así mi abuelita lo demostraba con las fotos que tenía pegadas en el espejo de su dormitorio.

Era Octubre de 1994 cuando nació un ser de 36 cm. en Copiapó (afortunadamente no en pleno desierto). La primera nieta, la primera hija y la primera sobrina, por lo tanto crecí mimada por mi pequeña familia y no me avergüenza decir que aún es así.

Mi madre me enseñó a leer, a escribir, a sumar, restar y todas esas cosas que me ahorraron cursar Primero Básico, pero sobretodo me enseñó a ser responsable, ordenada y disciplinada. Cosas que actualmente me sirven mucho más que saber sumar.

A los 7 años me fui a vivir a La Serena con mis padres durante dos años... Esos años. Luego de ese período volví a Copiapó, pero con un integrante menos en la familia. Afortunadamente mi madre equivale a 1000 mamás y a 1000 papás, así que nada ni nadie me hizo falta nunca. A pesar de que han pasado 8 años sin verlo.

Desde pequeña se me hizo difícil hacer amistades ya que mucha gente me hizo daño, mucho tiempo fui la niña que se empeñaba en caerle bien a los demás y que soportaba las malas bromas. Digamos que fui  de esta manera hasta que conocí hace 2 años a la persona que me hizo abrir los ojos. Así fue como no me alejé de él nunca más. 

Salí de cuarto medio sin mucha esperanza de entrar a la Universidad por razones sentimentales y vocacionales, así que estuve un año preparando la PSU y buscando la profesión ideal, algo bastante subjetivo para mí.

2 semanas antes de dar la PSU, me decidí por Terapia Ocupacional. Tenía miedo de arrepentirme en el camino, y hasta el momento de lo único que no me arrepiento es de haberme regalado la oportunidad de valorar mi futuro y darle la importancia que se merece. Me hace feliz saber que mi futuro está construyéndose junto a esta hermosa carrera que me enamora.

Llegué a Santiago de la mano con el amor de la cual no me quiero soltar. No me puedo quejar, tengo todo lo que siempre quise, y esta nueva etapa de mi vida me enseñará cosas de igual o más valor de las que he aprendido hasta ahora. 



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